El Sr. Zombie tuvo un día duro. Se pasó toda la mañana intentando esquivar disparos de escopeta y lugareños con palas. Almorzó algo ligero (dos cerebros, un riñón, dos metros de intestino, y una empanadilla de menta que encontró tirada en el suelo) y entonces decidió ir a su discoteca favorita. Allí vio a la chica zombie más aterradoramente despampanante del mundo, y se fue corriendo al baño para asegurarse de que estaba lo suficientemente asqueroso para acercarse a hablar con ella.
Fue entonces cuando el Sr. Zombie descubrió que su aliento olía a menta! Qué podía hacer? Se tomó una pastilla sabor cerebro y voilá! Ahora sí que estaba listo para ligar.
¿Y cómo es posible?, te preguntarás. Es porque estas pastillas saben a cerebro podrido. Probablemente pienses que estamos bromeando y que estas pastillas saben a menta. Pero te equivocas. Estas pastillas no son un juego. Están aprovadas para que tu aliente apeste.
Así que, ¡ya sabes! La próxima vez que te encuentres acorralado por una horda de zombies intentando devorarte el cerebro, abre esta lata de pastillas sabor cerebro y ofrécesela a los muertos vivientes.
Si tienes suerte, formarán todos en fila india, cada uno cogerá su pastilla, y se irá más que satisfecho.
En cambio, si no la tienes, lanzarán de un manotazo la lata, te arrancarán el brazo y se darán un festín con tu cerebro. Pero si no quieres correr el riesgo de hacer de cebo ofreciéndoles pastillas a los zombies (¿quién podría culparte por eso?), intenta disfrazarte de zombie y luego comer varias pastillas. ¡El repugnante aliento a cerebro que escapará de tu boca podría ser tu única vía de escape!